- Intervención psicológica en ansiedad y/o depresión. Conlleva sesiones individuales con el paciente y la aplicación de técnicas cognitivo-conductuales (entrenamiento en técnicas del control de la activación, resolución de problemas, reestructuración cognitiva…). Está indicada en pacientes en los que sigue preservada la capacidad de introspección. Sus objetivos son incrementar la autoestima y control emocional y reducir los sentimientos de ansiedad y depresión. Una serie de pautas a seguir serían:
- Cambiar las circunstancias que desencadenen su angustia.
- Eliminar excitantes como ciertos alimentos o bebidas.
- Mejorar su autoestima mediante refuerzos positivos y aprobación para desarrollar su control emocional.
- Facilitar un entorno seguro y animado donde pueda realizar actividades lúdicas.
- Intervención psicológica ante sintomatología psiquiátrica y conductual. Destaca la técnica de validación, una terapia de comunicación desarrollada por Naomi Feil basada en una actitud de respeto y empatía hacia el paciente. Por otra parte, actuar en la modificación de conducta a través de técnicas operantes (análisis de conducta A-B-C), para desarrollar/mantener conductas adaptativas (por ejemplo, a través del refuerzo verbal de conductas) y reducir/eliminar las disfuncionales (por ejemplo, mediante la retirada de atención). Si, además, se dan síntomas como alucinaciones, agresividad o agitación, plantearemos:
- Buscar el motivo que ha desencadenado la alucinación y cuándo.
- Vigilar los fármacos que está tomando, sobre todo si el paciente no pide ayuda o no se deja ayudar.
- No discutir, ya que para el enfermo la percepción es real y si negársela con lógica puede provocar irritabilidad o agresividad.
- Distraer y centrar gradualmente su atención en algo placentero, cambiando de ambiente y actividad.
- Adoptar una postura empática y receptiva. La sonrisa puede, a veces, reducir una crisis de agresividad.
- Intervención grupal: Aporta una serie de beneficios adicionales al tratamiento psicológico individual, como aprender recursos para afrontar la enfermedad con el intercambio de experiencias entre otras personas que viven problemas similares, disminuir el sentimiento de soledad y de aislamiento, y ampliar recursos de apoyo psicosocial. Algunas de estas intervenciones grupales pueden pasar por programas psicoeducativos, por técnicas de resolución de problemas y de afrontamiento de estrés y por un entrenamiento para mantener la red social.
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